Un periódico local publicó el lunes que la Sanidad es ya el principal problema de los valencianos. Por encima de la inflación, los políticos o el paro, que es mucho decir si tenemos en cuenta que la inflación subyacente ha pasado del 3,1 en 2021 al 8,4 en 2022, que no dejan de aparecer casos escandalosos y de trato de favor entre los políticos y sus familiares y que tenemos la tasa de paro más alta de Europa, un 12,8%, que llega casi al 30% (28,1%) en el caso de los jóvenes.
Con todo, según la encuesta de este medio local, para el 20% de la población la Sanidad es el principal problema de la Comunidad Valenciana. No me extraña, porque es algo que vengo denunciando en este blog desde hace años: el deterioro acelerado de la Sanidad desde que Ximo Puig es presidente de la Generalitat valenciana. Si hablamos de datos, en la Comunidad Valenciana, tenemos las peores listas de espera de la Historia: 374.637personas llevan meses esperando la consulta con un especialista. Entre otras razones, por eso se ha duplicado el número de personas con un seguro de salud.
Y voy más allá. Durante los ocho años de Gobierno de Ximo Puig no se ha construido ningún hospital público, la Atención Primaria se ha dejado abandonada, la Comunidad Valenciana se ha convertido en un destino poco atractivo para médicos y enfermeras y, por eso, hay una falta de profesionales cada vez mayor. No olvidemos que la Justicia ha condenado en cinco ocasiones a la Conselleria de Sanidad por el maltrato a los profesionales durante la pandemia. Y, además, se han destrozado dos hospitales emblemáticos en la Comunidad Valenciana: los departamentos de salud de la Ribera y Torrevieja. Este es el balance sanitario de esta región y el que lleva a que la Sanidad sea el principal problema de sus ciudadanos.
Si se decide continuar con esta política de acabar con la colaboración público privada, no solo se repetirá el fracaso de Alzira y Torrevieja. Se condenará a un millón de valencianos a tener una peor Sanidad, aumentará la presión en el resto de hospitales, tendremos peores niveles de accesibilidad al sistema público, mayores listas de espera y una decadencia aún mayor y más acelerada de los servicios de Sanidad públicos.
Nadie debería dejarse engañar a estas alturas. Recordemos que a los ciudadanos de Alzira y Torrevieja, y sus respectivas comarcas, se les prometió una mejor Sanidad, pero cada vez más se les deriva a la privada ante el desastre de la gestión del Gobierno de Ximo Puig. Y esta situación amenaza con perpetuarse porque lo que falta y ha faltado es una política sanitaria responsable en la Comunidad Valenciana. Por no hablar del aumento desorbitado del gasto público, que auditorías públicas externas, como la Sindicatura de Cuentas, han cifrado en cerca de 200 millones de euros más de gasto al año. No me canso de hacer esta reflexión: ¿cuántos hospitales, centros de Atención Primaria, colegios o viviendas sociales podrían construirse con este mal-gasto de los recursos públicos?
Quiero pensar que los ciudadanos tienen toda la información y apuestan por gobiernos responsables, que velan por una Sanidad eficaz y de calidad para sus ciudadanos, como ocurre en Portugal, donde además de no menospreciar la importancia de garantizar hoy la sostenibilidad futura del sistema, es decir, la Sanidad de nuestros hijos y nuestros nietos, tampoco se ningunea el papel de los empresarios como Amancio Ortega y Juan Roig. He tenido la ocasión de conocer lo que piensan muchos gobiernos y, desgraciadamente, me da la sensación de que el Gobierno valenciano actúa como un conductor kamikaze, dispuesto a circular en dirección contraria, a pesar de las bajas. El problema es que las consecuencias de sus decisiones las sufrimos todos los ciudadanos, no solo ellos que, hasta ahora, conducen este gobierno.
Decisiones ideológicas como la de las reversiones -o nacionalizaciones, como prefiero llamarlas-, que no están basadas en análisis ni datos, son las que han llevado a los ciudadanos a considerar la Sanidad como su principal problema. Un problema que este gobierno ha convertido en estructural y que puede convertirse en auténtico desastre. Depende de nosotros reflexionar sobre sus consecuencias.
Es evidente que más allá de planteamientos ideológicos, los gobiernos, deben irremediablemente GESTIONAR todo lo que se denomina «publico», y a los hechos me remito, este Gobierno de X. PUIG, solo ha demostrado que de eso no saben nada, de gestionar para el bienestar de los ciudadanos y de los empleados públicos, ignorando que para el que denominan ESTADO DE BIENESTAR, actualmente la colaboración PUBLICO-PRIVADA es esencial, necesaria e imprescindible, lo que a la izquierda política le tiene aversión, por lo que como conclusión ENGAÑAN A LOS CIUDADANOS vendiendo algo imposible hoy por hoy con nuestro PIB y con el despilfarro del dinero publico. Es lo que hay y tenemos la obligación de que esto cambie. Un saludo