El ADN del Modelo Alzira no sólo está compuesto por herramientas relacionadas con la gestión como pueden ser el pago capitativo, la integración asistencial, los incentivos a profesionales o las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Forman también parte de él, y de un modo muy importante, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), el apoyo a iniciativas sociales y la defensa de los principios públicos. Valores de los que más satisfecho me siento.
Si hago memoria recuerdo que, unas de las primeras acciones que pusimos en marcha cuando entró en funcionamiento el Hospital de La Ribera (Alzira), fue crear la Comisión 0,7% con la misión de contribuir con proyectos solidarios. De ahí nació, por ejemplo, el hermanamiento con el hospital de Bathallapali, en la India, perteneciente a la Fundación Vicente Ferrer. Destacar, además, que fuimos el primer hospital público de España con atención permanente en lenguaje de signos. Toda una novedad para la época y aún hoy en día. Actualmente, el centro cuenta con un intérprete que da servicio a una media de 5-6 pacientes al mes, a los que acompaña, desde que entran al hospital hasta que salen, en sus citas con el especialista o en sus visitas a Urgencias fundamentalmente y, en menor medida, en las intervenciones quirúrgicas sin ingreso, en las que el paciente requiere de su ayuda para poder comunicarse con su médico.
Hoy quiero presentaros nuestro último compromiso. Se trata de la escuela matinal, que proporciona a un grupo de 25 niños y niñas de entre 3 y 11 años actividades lúdicas a primera hora de la mañana antes de incorporarse a las aulas. El proyecto pretende ofrecer un servicio a todos aquellos padres y madres del centro que por distintos motivos (laborales, familiares, etc.) se ven obligados a dejar a sus hijos en el colegio antes de las 9:30, hora en que comienza el horario lectivo. Además de realizar juegos y actividades lúdicas con una monitora, los niños tienen la posibilidad de desayunar, si no lo han hecho en casa, y a través de un taller los más pequeños aprenden a lavarse los dientes.
Este magnífico proyecto, que se desarrolla en el colegio Nuestra Señora de los Desamparados del barrio de Nazaret, en Valencia, ha sido posible gracias al convenio que hemos firmado con la Fundación por la Justicia y en la que participan también las empresas valencianas Dulcesol y Cuadernillos Rubio. Gracias a este programa, desde Ribera Salud podemos ayudar a los escolares a adquirir hábitos de cuidado de la salud y el bienestar, además de atender a las necesidades de las familias en las que los padres trabajan y no tienen con quien dejar a sus hijos desde primera hora de la mañana.
Creo que esta iniciativa tiene todos los ingredientes para ser un gran proyecto: salud, educación, formación y conciliación; y espero, de corazón, que se pueda desarrollar en otros barrios de la ciudad, cuya realidad es muy similar a la que viven los niños del barrio de Nazaret.
Vivimos una época complicada. La crisis está siendo larga y dura para muchas familias y es, en estos momentos, cuando más tenemos que contribuir todos. Las empresas tenemos que comprometernos con la sociedad a la que servimos. Con un poco de esfuerzo, por parte de todos, podemos lograr importantes mejoras en nuestro entorno más cercano. Porque eso es lo que cohesiona una sociedad: proyectos en común, solidaridad entre todos, contribuir para hacer un futuro mejor.
Algunos pensarán que ésta es tan sólo una pequeña acción, pero yo siempre digo que para recorrer 1.000 kilómetros siempre hay que dar un primer paso. Y este paso se llama solidaridad.