La genética de la internacionalización

Mientras viajaba rumbo a Kuwait la semana pasada, estuve pensando en cómo gracias al modelo de colaboración público privada, que iniciamos con nuestro primer hospital en 1999, en el grupo sanitario Ribera hemos tenido la oportunidad de conocer a personas muy interesantes y diferentes de casi todos los rincones del mundo. Unas veces nos han invitado a sus países a explicar nuestro modelo de gestión que tan buenos resultados da a los ciudadanos y es caso de estudio en universidades como Havard o Berkeley. Otras veces han sido delegaciones internacionales las que han visitado nuestros hospitales, para conocer in situ nuestro modelo de integración de la Atención Primaria y hospitalaria, nuestra tecnología o nuestra innovadora política de personas y responsabilidad social con la comunidad.

Trabajar en una empresa internacional pone muchos sellos en tu pasaporte, te obliga a pasar muchos días lejos de tu casa y tu familia, a veces en fechas señaladas, pero también te permite conocer otras culturas, costumbres y maneras de gestionar servicios, como el de la salud, trabajar en entornos multiculturales, y con administraciones y gobiernos de todo tipo.

Sin duda, toda esa diversidad aporta un valor sin igual al grupo Ribera. Más aún cuando tenemos la oportunidad de involucrarnos activamente en proyectos concretos, con profesionales del entorno y conociendo de primera mano las necesidades reales de los ciudadanos de cada región del mundo. Fue lo primero que detectamos en nuestro primer contacto con América Latina y los hospitales en los que tenemos una pequeña participación en El Perú. Más intensamente lo vivimos en Centro Europa, donde compramos la empresa de alta tecnología Pro Diagnostic Grup (PDG) en Eslovaquia  y OBK Klinic, la clínica bariátrica y de alta complejidad de la República Checa y más recientemente cuando asumimos la gestión del hospital de Cascais, en Portugal. También cuando hemos desarrollado proyectos tecnológicos con Futurs en Reino Unido o Arabia Saudí.

En el caso concreto de Kuwait, la experiencia de nuestra alianza con una corporación como Dhaman Hospitals está siendo muy satisfactoria en lo profesional y en lo humano. No solo para el equipo directivo más implicado en el proyecto, sino también para decenas de nuestros profesionales, que se han desplazado en diferentes momentos a este país de Oriente Medio, para colaborar en la puesta en marcha de dos hospitales y varios centros de Atención Primaria. Es un proyecto muy ambicioso, que va a permitir a Kuwait dar un salto cualitativo en la calidad de la asistencia sanitaria a sus ciudadanos, y también a los trabajadores expatriados. Y Ribera forma parte ya de ese legado.

Os cuento brevemente. Kuwait nos ha permitido conocer en un solo proyecto esa colaboración público privada que nosotros defendemos, a otros niveles y en un país muy diferente, involucrando a ciudadanos e instituciones en la renovación y mejora de sus infraestructuras sanitarias. Desarrollar junto a Dhaman un proyecto sanitario tan importante para la región está siendo una experiencia magnífica, llena de aprendizajes para ambos.

Mi primera valoración del proyecto, aún en marcha pero que me gustaría compartir ya en este blog, es que Ribera no solo aporta en Kuwait su know-how, basado en la experiencia de 25 años de gestión sanitaria en un modelo de colaboración público privada. También lleva consigo lo que a mí me gusta llamar “la genética de la internacionalización”. Porque esa capacidad de adaptación, de inmersión y de crear equipos multidisciplinares la llevamos en nuestro ADN. Y es una característica que, sin duda, nos diferencia de otros grupos sanitarios y hospitalarios.

En Kuwait hemos conocido a personas y realidades muy diferentes, pero con necesidades y retos similares a los nuestros. Una vez más, hemos comprobado, tal y como el Covid ha constatado, que los desafíos de la Sanidad son los mismos para todos, y que solo hay que adaptar las soluciones globales a las realidades locales.

Mi segunda reflexión tiene que ver con nuestra gente, los profesionales del grupo Ribera. Este proyecto en Kuwait, como otros tantos, ha sido posible gracias a esta genética de la internacionalización que muchos ya tienen en el grupo. Una genética abierta a la diversidad, al intercambio cultural, a la igualdad, a la flexibilidad y a la capacidad de organización y reacción. Me siento muy orgulloso de que esta característica no solo forma parte de quienes lideramos este tipo de proyectos desde hace muchos años. Ver que los profesionales que se han ido incorporando a nuestra organización tienen esa misma visión y apuestan claramente por la internacionalización de nuestro modelo de salud responsable es algo que me llena de orgullo. Defienden con solvencia y mucho éxito en el exterior que Ribera está llamada a colaborar con todo tipo de gobiernos e instituciones para la sostenibilidad de los sistemas sanitarios. Allá donde se nos requiere, claro está. De hecho, en mi último viaje a Kuwait me fui a cenar con todo el equipo desplazado allí y les pregunté si estarían dispuestos a participar en otros proyectos similares, y la respuesta fue unánime y contundentemente afirmativa. Gracias por ello.

Por último, y con respecto a este proyecto, me gustaría agradecer al embajador de España en Kuwait, Miguel Aguilar, que nos recibiera en su residencia para compartir opiniones y conocimiento sobre la zona, así como su trato amable y sus alentadoras palabras sobre la importancia de una colaboración sincera, honesta y leal entre las administraciones y las empresas y contribuir a un mayor acercamiento entre los dos países.

Por eso, quiero agradecer tanto a nuestro embajador oficial como a los “embajadores Ribera”, nuestros profesionales, su buen hacer, su compromiso y su trabajo. Sin duda, nuestros representantes en el extranjero son la mejor tarjeta de visita para las empresas españolas que apostamos por la internacionalización.

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