Recientemente el gobierno central ha publicado los datos del déficit público de 2015 de todas las Administraciones Públicas. Y hay un dato preocupante: prácticamente todas las Comunidades Autónomas han incumplido los límites del déficit público comprometido con la Unión Europea. Es evidente que las Comunidades Autónomas tienen que hacer frente a la mayor parte de los gastos necesarios para atender a un moderno Estado de Bienestar, como son los gastos en Sanidad, Educación y Servicios Sociales.
Pero, ¿alguien ha pensado en el importante papel que juega la colaboración público privada en estos tres sectores?, ¿alguien ha reconocido, y agradecido, el esfuerzo en empleo, en inversión, en financiación, -sobre todo en estos duros años-, que aporta el sector privado para mantener el Estado de Bienestar?
Si tuviéramos que hacer una reflexión sobre la gestión de la pre-crisis, la crisis y la postcrisis, creo que en la pre-crisis hubo en España una especie de inflación de nuevas infraestructuras. De hecho, el gasto sanitario de 2002 a 2009 aumentó un 83 por ciento, casi tres veces más que el PIB. Si hacemos un análisis del gasto durante la crisis es importante resaltar que la contención del gasto ha estado fundamentalmente en farmacia, en salud pública, en los salarios de los profesionales y en las inversiones. Y ahora que estamos empezando la postcrisis, nos encontramos con un sistema sanitario que no ha hecho reformas, que posiblemente sale peor de lo que entró en la crisis y probablemente descapitalizado porque no se han realizado inversiones durante todo ese período. Y hay que afrontar con seriedad la renovación del Sistema Nacional de Salud. No nos podemos quedar de brazos cruzados sin hacer nada ante los problemas que tenemos delante.
No me puedo imaginar una sanidad pública de calidad con los resultados de la sanidad española sin la colaboración con la red de farmacias y su modelo ejemplar en el mundo, o sin el modelo de conciertos para aliviar las listas de espera, o sin el modelo concesional para hacer frente a nuevas infraestructuras o gestionar más eficazmente las existentes, o sin el modelo Muface, que permite disminuir la presión sobre los hospitales públicos derivando la asistencia a la sanidad privada.
En esta época de debates y de cuestionamiento de muchas situaciones, los que creemos, defendemos y queremos la colaboración público-privada para hacer sostenible la sanidad pública, no debemos estar a la defensiva. Es necesario que HAGAMOS PEDAGOGÍA del VALOR PÚBLICO que la colaboración público privada aporta a la sociedad, a la Administración Pública y al sistema de salud, en general. Es necesario avanzar sobre una cultura nueva de lo que significa ‘lo público’ que, desde luego, tiene que pasar porque todos entendamos que hay que optimizar el dinero de nuestros impuestos, buscando fórmulas de gestión compatibles con una excelencia en la calidad sanitaria y que, además, sea sostenible.
Al igual que ocurre en Educación, con los colegios concertados, o en Servicios Sociales, con los centros geriátricos, en Sanidad, tanto las farmacias como el sector asegurador y prestador privado hacemos posible que exista, se mantenga y tenga viabilidad y futuro un Estado de Bienestar moderno. Sumar recursos, conocimiento, tecnología, etc. no es una cuestión de ideología sino de inteligencia y sentido común.