Los retos de la sanidad pública abren un debate global porque los desafíos son globales. He tenido la oportunidad de participar en muchos foros, invitado por gobiernos, universidades e instituciones multilaterales para aportar nuestra visión, experiencia y estrategias. Desconozco cuántas personas de la Comunidad Valenciana han sido citadas al nº10 de Downing Street, a la Casa Rosada o al Banco Mundial, o han recibido a Ministros del Gobierno de Arabia Saudí o Reino Unido y comitivas de Gobiernos como el de Noruega o Dinamarca, entre otros.
Para mí, es un orgullo representar a esta comunidad pionera en modelos de gestión, en innovación y emprendimiento, referencia sanitaria mundial gracias al Modelo que Ribera Salud creó y desarrolló.
Hay que despolitizar el debate sobre los retos de la sanidad porque ni las pensiones, ni la presión del envejecimiento, ni la evolución de la tecnología, ni las nuevas enfermedades y medicamentos, tienen que ver con la ideología, y menos aún con el sectarismo. El verdadero protagonista debe ser un debate profesional, científico, basado en resultados, como ya se produjo a principios de los años 90 con el Informe Abril, apoyado unánimemente por todos los partidos políticos.
El pasado 10 de noviembre en Les Corts, la sesión parlamentaria recogió lo peor del debate político. Se acusó y amenazó con afirmaciones como: “es un modelo nefasto que no ha sido implantado en ninguna otra comunidad autónoma”, “no ha funcionado, no es rentable, ni social ni económicamente”, “se pone en riesgo el sistema de sanidad público y de calidad”, “hubo connivencia entre los anteriores gobiernos autonómicos y las empresas que gestionaban los hospitales”… falsedades sin evidencias, burlas sobre el trabajo de empresas valencianas, nacionales e internacionales, que están comprometidas con los ciudadanos e instituciones y con el futuro de nuestra Comunidad.
Quiero ser rotundo y posicionarme al lado de nuestros profesionales. En una sociedad abierta y democrática no se pueden traspasar líneas rojas bajo la protección de la inmunidad parlamentaria, que empañen la imagen de nuestra Comunidad y trasladen al exterior que en esta tierra se aplica la ley del ‘todo vale’. La inseguridad jurídica, la falta de diálogo y rigor no son nuestra seña de identidad.
Siempre he reclamado un debate profesional, sereno, consensuado, con datos. A partir de ahora añadiré con “respeto, educación, sin persecuciones, ni sectarismos”.