Es un hecho que la sanidad está sujeta a un permanente debate público con el que tiene que convivir. Otra cosa es que me parezca positivo o negativo el que sea así, pero no reconocerlo sería ingenuo. Siempre intento, con todas mis fuerzas, estar presente en él introduciendo puntos de encuentro, consensos y reflexiones. Ponernos en la posición del otro, comprender otros puntos de vista haciendo ver que el mundo está lleno de matices, y que las cosas no pueden ser blancas o negras. Si hubiera sólo una solución, y ésta fuera fácil, no habría discusión.
Sin embargo, hay ocasiones que los debates públicos hacen que se conozcan situaciones que, al menos, parecen sorprendentes. En la Comunidad de Madrid hay 11.585 periodistas y familiares directos que reciben asistencia sanitaria a través del servicio médico de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) y financiado por la Comunidad de Madrid (que destina 8.6 millones de euros) en un hospital público de gestión privada de gran prestigio en Madrid.
O sea, como el Modelo Muface (para funcionarios del Estado) pero para los periodistas de Madrid. La noticia aparecida en prensa es que algunos partidos políticos querían quitar este servicio (aunque luego han rectificado) y los verdaderos protagonistas, los periodistas, quieren seguir recibiendo su asistencia sanitaria a través de un hospital público de gestión privada.
Y yo me pregunto, ¿por qué cuando se pregunta a los usuarios siempre prefieren recibir el servicio a través de mecanismos de colaboración público-privada?, ¿por qué en MUFACE todos los años más del 85% quieren recibir su asistencia a través de compañías privadas?, ¿aquí está bien el ánimo de lucro?, ¿por qué los periodistas de la Comunidad de Madrid quieren y apuestan por la gestión privada de la sanidad pública para ellos, y no la piden también para los demás?
Estoy seguro de que si en todos estos debates públicos se actuara con la transparencia, generosidad, inteligencia y voluntad de acuerdo, nos ahorraríamos muchas discusiones que no conducen a nada y encontraríamos vías de consenso y muchas soluciones.
En fin, no dejaré en 2016 de perseverar en este camino y de intentar sumar y no dividir, acordar y no enfrentar, crear y no quebrantar. Estos son mis buenos deseos para el próximo año.
Y a ti, querido lector, te deseo una muy Feliz Navidad y que el Año Nuevo venga cargado de éxito en lo personal y lo profesional.
¡Hasta el año que viene!