La semana pasada publiqué una tribuna de opinión en la revista El Economista Comunitat Valenciana en la que reflexiono sobre el estado actual de la hucha de las pensiones y cuál será su estado en un futuro no muy lejano. Quisiera compartirla también en mi blog. Espero que os guste.
Son tiempos de reformas, no sólo en España; también en los principales países de nuestro entorno. Existen retos de diversa índole a los que enfrentarse y el objetivo es garantizar la sostenibilidad y suficiencia de los modelos de Bienestar.
La esperanza de vida está aumentando de manera considerable, impulsada por los avances en el ámbito de la medicina y la prevención. Si a mediados de siglo pasado la esperanza de vida no llegaba a los 75 años, hacia el año 2050 se estima que pueda superar los 90 años. Esto tiene un impacto muy notable en la estabilidad económica de una sociedad, no ya sólo en el ámbito de las pensiones públicas, sino también en el de la sanidad, cuidados y dependencia.
Como ejemplo pensemos en un jubilado que a mediados del siglo pasado no solía percibir su pensión más de 10 años, mientras que en un escenario próximo, será habitual ser perceptor de una pensión pública de jubilación durante 20 o 25 años.
Por primera vez desde el período de crisis y según los datos publicados por el Ministerio de Hacienda, el gasto que las Administraciones Públicas dedicaron a la Sanidad y a la Educación creció en 2014. Esto es un indicador de que las medidas de contención de gasto aplicadas durante ese período han tocado a su fin.
Los primeros datos de 2015 también indican que el gasto en sanidad ha crecido muy por encima del PIB previsto. Por lo tanto, volvemos a la preocupante senda de etapas anteriores a la eclosión de la crisis financiera en la que, por ejemplo, el gasto sanitario público en el período 2002-2009 creció casi el 82 por ciento, mientras que el PIB sólo lo hizo en el entorno del 30 por ciento.
Sin embargo, resulta preocupante que una vez superada esta coyuntura económica, pero aún por debajo de la situación económica de 2008, se siga actuando con la misma perspectiva, con el mismo enfoque que antes de la reciente crisis porque no se han eliminado las inercias del pasado. Esta es la consecuencia de aplicar recortes en lugar de reformas a largo plazo. Es un punto que iremos viendo en los próximos años. El reto de la sostenibilidad de las grandes partidas del modelo de bienestar, fundamentalmente sanidad y pensiones, van a estar en el centro del debate por un tema de carácter demográfico, tecnológico y sociológico.
Es una evidencia que no se puede evitar. Además, el panorama se complica aún más por la baja ratio entre afiliados al sistema y pensionistas. Mirar para otro lado puede resultar cómodo a corto plazo, pero inútil a largo plazo. Tenemos un elefante en la habitación. No miremos para otro lado. Mientras tanto, sigamos hablando.