Miro con sorpresa la extraña iniciativa de ‘consultas colectivas’ que se ha puesto recientemente en funcionamiento en la sanidad pública valenciana. Parece que se pretende aligerar las listas de espera, -gran punto de debilidad y de injusticia de la sanidad pública tradicional-, mezclando sesiones informativas con consultas de preanestesia a un grupo numeroso de pacientes simultánea y colectivamente.
Desde el respeto máximo a todos los implicados en este tema, creo que la sanidad pública del siglo XXI no debe encaminarse hacia esa dirección. En mi opinión, los ciudadanos reclaman una mayor excelencia de los servicios públicos, en consonancia a un mayor confort, privacidad, respeto al individuo como un todo, seguridad en la asistencia y agilidad en la atención. También los profesionales, colegios de médicos y de enfermería, sociedades científicas, etc. piden que, en experiencias tan novedosas como ésta, su opinión sea tenida en cuenta, se trabaje con consenso y siempre aplicando las mejores prácticas conocidas.
Parece que este no ha sido el caso. La sociedad valenciana se ha enterado de esta ingeniosa práctica a través de los medios de comunicación; lo que ha generado un enorme escándalo y despertado la alarma social. Tanto ha sido así que se ha decidido eliminar las ‘consultas masivas’ cancelándolas por completo.
Un popular refrán español dice que “los experimentos, con gaseosa”; que traducido a nuestro sector quiere decir que con la salud, -el bien más preciado de un ser humano, no lo olvidemos-, hay que ser muy prudentes. No obstante, en la vida de todo se aprende. Por ello, pensando en el prestigio de la sanidad pública valenciana, -ahora en entredicho-, y especialmente en la seguridad de los pacientes y de todos los profesionales que han tenido que gestionar estas ‘consultas en grupo’, soy de los que opina que para mejorar la eficiencia y dar más calidad asistencial los atajos no son lo más recomendable.
Lo importante son las reformas a largo plazo; no los recortes que siempre son a corto plazo y con resultados negativos para todos. Si analizamos esta situación con detenimiento y nos apoyamos en la importancia que tienen los planes de promoción de la salud y prevención de la enfermedad y con el ánimo de ser positivo propongo algo que, quizá sí puede ser una buena idea: celebrar ‘sesiones informativas en grupo’ y hacer posteriormente ‘consultas individuales’ para que el paciente pueda firmar el consentimiento en presencia de un profesional, que le puede solucionar cualquier duda, dar consejos, preservando siempre la intimidad de un acto médico. ¿No os parece?