Aunque el ambiente que se respira ya está más calmado, no debemos olvidar que todavía vivimos inmersos en una crisis sanitaria. El virus del ébola nos ha robado el sueño y continúa haciéndolo. Estamos en estado de alerta tanto de día como de noche. La ansiedad que ha generado su aparición en España, fruto del temor a lo desconocido, hace que estemos más conectados si cabe a los diferentes medios, canales y fuentes que nos transmiten información las 24 horas del día. En mi opinión ha habido demasiada información, demasiadas voces, muy dispares. Lo que ha generado mucha confusión, demasiados rumores. Parece que poco a poco, todo está más encauzado.
Ya lo decía en mi entrada anterior, la gestión de la información y la comunicación sanitaria es fundamental por lo delicada y sensible que es. Si a una crisis sanitaria le sumamos una crisis de comunicación, los problemas se multiplican exponencialmente. Cuando se produce una situación de este tipo, las personas reclamamos información veraz, queremos respuestas claras y contundentes. Y a veces esas respuestas no pueden darse, porque no se conocen, pero quienes tienen responsabilidad en esos casos, deben tener una estrategia clara para apaciguar los ánimos de una sociedad en estado de alerta. No pueden ser exclusivamente los medios de comunicación los que satisfagan esa sed de información, aprovechando en algunas ocasiones la coyuntura para otros fines “ya que pasaba por aquí”. Eso no es del todo positivo. Hay que dejar hablar a los que entienden, a los que de verdad saben.
Pero mi intención ahora no es valorar si las cosas se han hecho bien o mal. Mi intención es hacer una alabanza al trabajo que desempeñan todos los días nuestros profesionales sanitarios. Su labor tiene un gran componente vocacional, además, tiene como valor añadido la carga emocional. Diariamente viven alegrías y satisfacciones pero, al mismo tiempo, presencian el sufrimiento de los pacientes y sus familiares. Si la sanidad funciona es por ellos, por los profesionales que se entregan cada día en su trabajo a los que debemos agradecer que podamos vivir tranquilos porque siempre están ahí. Ese es el milagro de la sanidad.
Especialmente me gustaría destacar la labor de los trabajadores del Hospital Carlos III de Madrid. Ya sé que no soy el primero ni el único que lo hace. Pero quería dejar constancia, desde mi blog, de mi profunda admiración por la valentía demostrada por todas las personas que todos estos días están velando por la salud de Teresa a la que le deseo la mejor y la más rápida recuperación. Las noticias de hoy son esperanzadoras. Esta mañana escuchaba a un médico decir en la radio: “día pasado, día ganado”. Pues eso, un día más, mucho ánimo a Teresa y todos con los profesionales sanitarios.