Me gustaría dedicar un nuevo blog a la terrible catástrofe sufrida en Valencia como consecuencia de la DANA del 29 de octubre. Y, además, hacerlo en memoria de uno de los fallecidos, Antonio Noblejas, un gran empresario, emprendedor y polifacético, un humanista y una gran persona. Fue el fundador de la oficina de la auditora Arthur Andersen, hoy Deloitte, en la Comunidad Valenciana, y director general de EDEM, la prestigiosa escuela de negocios de Valencia. También fue el primero que me dio una oportunidad laboral cuando acabé mis estudios. He sentido mucho su fallecimiento y estoy seguro de que, desde donde esté, ayudará a la Comunidad valenciana a superar esta tragedia. Y en eso quiero centrarme en este blog.
La Fundación Bamberg me invitó a participar recientemente en una jornada sobre innovación y el futuro de la Sanidad, junto con personalidades relevantes del mundo sanitario como Raquel Yotti, comisionada del PERTE para la Salud de Vanguardia, del Ministerio de Ciencia e Innovación; Antonio Gómez Caamaño, consejero de Sanidad de la Xunta de Galicia; y Juan Abarca Cidón, presidente, HM Hospitales y de la Fundación IDIS. Apenas habían pasado 14 días desde la DANA y quise comenzar mi intervención diciendo que tras la tragedia ocurrida en mi tierra, lo realmente innovador sería que las administraciones se pusieran de acuerdo en los trabajos de ayuda y la recuperación de viviendas, empresas e infraestructuras, por delante de ideologías e intereses políticos. Que todos pusieran sus mejores recursos técnicos y humanos al servicio de los ciudadanos afectados, colaborando coordinadamente, complementándose, sin duplicidades, sin perder el tiempo en reproches. Aprovechar la fuerza de la sociedad civil, como hemos visto estas semanas tras la tragedia, con miles de voluntarios y ejemplos de solidaridad procedentes de todos los rincones de España y el mundo, que de manera unánime han apostado por poner el foco de su ayuda y solidaridad en Valencia.
Si las administraciones también fueran capaces de trabajar conjuntamente y aprovechar esta fuerza transformadora de la sociedad, España sería imparable.
Y a partir de aquí, no voy a hablar más de la tragedia. No podemos hacer nada por cambiar el pasado. Pero sí podemos ayudar a construir el futuro. Debemos centrarnos en la reconstrucción.
Tenemos una tarea enorme por delante: reconstruir una comunidad próspera, a la vanguardia de España en muchos aspectos, con grandes inversiones de multinacionales, récord de turistas y de tráfico en aeropuertos, una región próspera, plural e innovadora, donde se ha instalado en el último año y medio una nueva visión, más abierta y tolerante sobre cómo enfocar los problemas y retos globales de la sociedad. Una comunidad en la que se empezaba a respirar un ambiente de optimismo, antes de la llegada de la DANA.
El reto de administraciones, empresas y sociedad ahora es reconstruir no solo los cimientos arrastrados por el agua, también ese espíritu emprendedor, dinámico y valiente, que caracteriza a los valencianos. Es momento de recordar las famosas palabras de Kennedy: “no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”. Después del luto, tenemos el deber de recuperarnos y ayudar así a los afectados.
Por eso, desde el punto de vista personal, pero también profesional, además de toda la solidaridad que estamos viendo a pie de calle en los municipios afectados, hago un llamamiento general para invitar a los españoles y a los ciudadanos de todo el mundo a que venga a pasar unos días a Valencia, que consuman productos valencianos y que estas Navidades regalen solidaridad, ayudando a recuperarse a los establecimientos de Valencia y su área metropolitana. El impacto económico de la DANA es de muchos miles de millones de euros, pero el daño será mucho mayor si la catástrofe sigue afectando a los comercios, hostelería y servicios que no sufrieron directamente el daño del agua.
Esta es una tierra maravillosa y todos podemos tomar decisiones en nuestro día a día que ayuden la reconstrucción. Muchos pocos suman una gran ayuda, no solo en lo material sino también en el sentimiento de tristeza y pesadumbre que siente una sociedad que ha sufrido una tragedia de esta índole.
Termino ya y me comprometo a volver a centrarme en temas sanitarios a partir de mi siguiente entrada al blog. Esta, además de dedicársela a Antonio Noblejas, aspiro a que recoja su espíritu emprendedor. Para que todos contribuyamos a que este momento tan traumático sea lo más corto posible y Valencia resurja del lodo con más fuerza, si cabe.
Juntos, nos levantemos.