Juntos, nos levantaremos de nuevo

La entrada a mi blog de hoy está escrita desde la tristeza, pero también desde la esperanza. En Valencia hemos vivido estos días la mayor tragedia que recuerdo en mi vida, por la elevadísima cifra de fallecidos y por la extensión de las inundaciones provocadas por la DANA. Las tormentas y desbordamiento de ríos y barrancos han dejado casi 100 fallecidos (confirmados a día de hoy), un número indeterminado de desaparecidos, a miles de personas sin hogar y a miles de familias sin sustento, con pequeños negocios, fábricas, viñedos y campos destrozados.

Este tipo de catástrofes hacen que te des cuenta de la impotencia y lo minúsculo que es el ser humano ante la fuerza de la naturaleza. Tomamos conciencia de una manera brutal de nuestra fragilidad y cómo, de un día para otro, una persona puede perderlo todo. Incluso la vida. 

La emergencia climatológica había sido anunciada con antelación, pero nadie pudo prever los casi 500 litros por metro cuadrado en municipios como Chiva y Utiel, ni la fuerza del agua abriéndose paso por los barrancos hacia el mar, ni los inmensos daños humanos y materiales producidos. Y todo a pesar de que, por desgracia, en la Comunidad Valenciana hemos vivido episodios de nuestra Historia muy dramáticos como consecuencia de las fuertes lluvias: la DANA en la Vega Baja (sur de Alicante, septiembre de 2019); la pantanada de Tous (Alzira, octubre de 1982); o la histórica riada de Valencia, en octubre de 1957, tras la cual se desvió el cauce del Turia y se construyó el nuevo cauce, que es lo que ha salvado estos días de las inundaciones al núcleo urbano de Valencia ciudad. Y esto solo por citar las más catastróficas.

Desde el primer momento de esta desgracia, pusimos todos los recursos del grupo Ribera al servicio de los afectados por la DANA, del Gobierno valenciano y del Servicio de Coordinación de Emergencias: hospitales, clínicas y profesionales.

Estamos consternados y en shock. Pero al mismo tiempo, en momentos tan duros como estos es cuando la sociedad valenciana ha demostrado su fortaleza, solidaridad y esperanza, nuestra capacidad para trabajar en equipo y para reconstruir del lodo, como hacemos desde las cenizas cada mes de marzo. Aún con lágrimas en los ojos, tenemos la asombrosa capacidad de mirar al futuro con esperanza e ilusión. Los valencianos nos volcamos con los nuestros, y por eso, lloraremos junto a las familias de las víctimas, intentaremos darles consuelo y les ayudaremos a recuperarse de esta desgracia.

Por todo esto y por mucho más, hoy aprovecho esta entrada a mi blog para intentar expresar con palabras, que no es fácil, lo orgulloso que estoy de ser valenciano, del espíritu, la valentía y el coraje que caracteriza a esta sociedad, próspera y brillante, trabajadora incansable y perseverante, optimista, solidaria y acogedora. 

Y, por último, quiero agradecer sinceramente las decenas de llamadas y mensajes que estos días me han llegado desde todos los rincones de España y también desde muchos países de Europa y de Hispanoamérica. Vuestros ánimos nos dan fuerza para recuperarnos de esta catástrofe. Gracias.

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