España ha llegado por primera vez a 49 millones de habitantes a 1 de enero de 2025 y, tal y como apunta el Instituto Nacional de Estadística, “el crecimiento poblacional se debe al incremento de personas nacidas en el extranjero, ya que las nacidas en España disminuyen”. He considerado interesante tomar como referencia este récord de la serie histórica del registro de población en España y sus características para reflexionar en esta entrada a mi blog sobre sus consecuencias actuales en la atención sanitaria y también en el futuro más inmediato sobre nuestro Sistema Nacional de Salud.
Aún recuerdo ver cuando era joven, y muchos de mi generación también lo harán, aquel programa de actualidad de TVE (cuando solo había dos canales en la televisión) que se llamaba “35 millones de españoles”, que ahora celebraría su 50 aniversario. Pues bien. Ya hemos alcanzado los 49 millones de habitantes y a este ritmo (458.000 residentes más solo en el último año), llegaremos a los 50 millones en poco más de un año.
Para hacer este análisis sobre el impacto del aumento de población en la atención sanitaria, primero voy a exponer brevemente alguno de los datos objetivos que facilita el INE en su último informe poblacional (toda la información se puede consultar aquí).
En primer lugar, hay que prestar atención al ritmo de crecimiento de la población. España alberga cerca de 3 millones de personas más en la última década. Y desde 2022 la subida ronda el medio millón anual. ¿Han aumentado las infraestructuras sanitarias, los recursos materiales y el número de profesionales en proporción a este aumento de población? Definitivamente, no.
El propio INE señala que el aumento de habitantes se debe a la llegada de población nacida en otros países, porque en España se han registrado menos nacimientos que defunciones, lo que nos da otra pista importante sobre los grupos de edad más numerosos en la sociedad actual y también en la que se presupone para los próximos años. La población nacida en España se ha reducido en 800.000 habitantes en la última década por el saldo demográfico negativo (fallecen más personas de las que nacen), pero el número de residentes que han nacido en el extranjero ha pasado de los 5,9 a los 9,4 millones de personas en diez años. Esto nos lleva a otro dato, que confirma el envejecimiento de la población, el aumento de patologías crónicas asociado y las nuevas necesidades de atención sanitaria al que he hecho referencia en otras entradas a este blog. Y el INE da un dato contundente: en 2002, el grupo más numeroso de ciudadanos tenía entre 20 y 40 años; en 2025 tienen entre 40 y 60 años. Y en pocos años, esta generación, con muchos jubilados, tendrá unas necesidades en el cuidado de su salud para las que el sistema no está preparado: ni para adaptar infraestructuras y tecnología, ni para adecuar la oferta formativa en las universidades, ni la de especialistas de Medicina y Enfermería (MIR y EIR), ni las plazas públicas…
Y no podemos obviar la localización de este aumento poblacional. Por desgracia, la España vacía sigue vacía o tiene poco crecimiento, e incluso hay regiones que pierden poco a poco población. Sin embargo, en números absolutos Madrid (749.846), Cataluña (698.660) y Cvalenciana (469.204) lideran los aumentos de población más significativos acumulados en 10 años. En porcentaje, por tener una población menor, Baleares, Murcia y Canarias prácticamente les igualan al aumentar entre un 7 y un 12% el número de residentes. La pregunta retórica que antes he planteado sobre el aumento de recursos (materiales y humanos) para la atención sanitaria la traslado ahora a estas regiones en concreto. Y la respuesta es negativa también. Los problemas asociados a la atención sanitaria, sin embargo, son mucho más acuciantes en estas regiones. Porque independientemente del origen de la población, lo que es indudable es que tienen muchos más ciudadanos a los que atender en el cuidado de su salud y bienestar.
Por último, una breve referencia a las nacionalidades que más han crecido en número de residentes en España: Colombia, Venezuela y Marruecos (por este orden). La edad media de la población inmigrante procedente del extranjero era en 2020 (último dato del INE) de 32 años, es decir, población joven que en los próximos años previsiblemente tendrá descendencia y generará nuevas necesidades asistenciales (recordemos que los nacimientos en España han caído en picado en los últimos 10 años).
En resumen. Al problema del envejecimiento poblacional, el aumento de la cronicidad en las enfermedades, una Atención Primaria desbordada y las interminables e intolerables listas de espera, debemos sumar ahora el factor del importante aumento de población que requiere ya de una atención sanitaria, universal y de calidad. Una necesidad que cada año que pasa genera más problemas para una respuesta adecuada del sistema de salud, que no reacciona a la velocidad a la que cambia la sociedad, ni se adapta, ni incorpora recursos, infraestructura o personal suficiente para hacer frente a las nuevas necesidades de los ciudadanos residentes, independientemente de dónde hayan nacido. Además, parece que el objetivo de algunos políticos es introducir más rigideces al sistema, en lugar de flexibilidad para adaptarse a esta realidad social.
Seamos claros. A este ritmo de crecimiento poblacional y queriendo mantener los estándares de calidad que tiene la Sanidad española, va a ser imprescindible hacer nuevos hospitales y centros de atención primaria, introducir tecnología que dé soporte a los profesionales con inteligencia artificial, definir nuevos roles en la Enfermería y en la Farmacia … y todo esto no se ha hecho en los últimos diez años ni hay planificación ni parece que se hará en los próximos tiempos.
En este contexto, sería muy fácil decir que la colaboración público privada va a ser más necesaria que nunca para ayudar a las administraciones públicas a dar una respuesta a este complejo entorno en el que nos vamos a mover. Pero prefiero que seas tú el que saque las conclusiones, después de analizar los datos que he expuesto.